[...]
caminas por el monte y asciendes sin esfuerzo,
en busca de un buzón, de vereda en vereda,
no sé por qué no dejan buzones en el monte,
un buzón que pudiera recibir esa carta
que nunca escribirás,
una carta, un buzón,
una carta difícil si no hay destinatario,
por eso no la envías,
por eso no la escribes,
y por eso das vueltas
y vueltas
y más vueltas:
si quisieras podrías levantarte y volar.
(Págs. 61-62)